Terry Topete Gándara
Mi pequeño Terry, todavía recuerdo el día que llegaste a nuestros brazos. Eras apenas una bolita peluda que se escondía debajo del sofá cuando escuchaba la voz de papá. Y, en tan solo unos minutos, ¡bum!, nos robaste el corazón a todos en esta familia. Y pensé: una bola peluda corriendo por toda la casa, ¡wow!, será mi mejor amigo. Y así fue. Creciste y te convertiste en un compañero de vida alegrando este hogar y uniéndonos más como familia, te volviste parte de ésta.
Querido amigo, nos enseñaste a ser más responsables, amorosos y a estar alegres siempre. No tengo palabras para agradecerte todo lo que hiciste por nosotros, tú sabías cuando se necesitaba un abrazo y cuando simplemente una presencia silenciosa a nuestros lados. Me encantaba contarte todo, tanto lo bueno como lo malo, fuiste mi confidente y mi consuelo, y también muchas veces mi motivación para levantarme después de sentirme caída.
Fueron tantos bellos y malos momentos que vivimos juntos. Extrañamos tus pisadas por las mañanas muy temprano y tus besos para despertarnos cada mañana. Tu mirada fija en nosotros y también el sentirnos seguidos por ti cuando íbamos de un lugar a otro por toda la casa. Jugar contigo y tus peluches o las botellas de plástico que te robabas cuando caían al suelo. Extrañamos tu colita moviéndose alegremente al vernos llegar y verte sentado cerca de la mesa exigiendo un hueso con esa mirada tan profunda a la que no podíamos negarle nada. Tus berrinches para evitar que te bañaras. Extrañamos tu compañía, tu silencio, tus ladridos y hasta tus ronquidos, y que veles nuestros sueños durante la noche mientras dormíamos y tu también te acostabas con nosotros. Extrañamos verte saltar tan alto y tener miedo de que te lastimes, verte dormir como angelito recostado en alguna parte de la casa o incluso en la cama de mamá aunque papá se enojara. Extrañamos hablarte como locos mientras nos escuchabas y mirabas intentando entender cada palabra, tu mirada de que todo va a estar bien, simplemente te extrañamos pues estabas en cada cosa que hacíamos, cada movimiento nos recuerda a ti.
Sabemos que tus últimos días fueron tan difíciles, pero quiero que sepas que durante todos estos años nos hiciste extremadamente felices y ese día no solo perdimos a un perro (como muchos suelen decirnos), sino que te perdimos a ti, a ti nuestro gran amigo, fiel compañero, miembro de esta familia. Te amamos, aprendimos de un amor que va más allá de las palabras, que se demuestra con actos y aunque no podías hablar, siempre hubo algo que nos conectó, un vínculo especial. Hoy lloramos por tu partida pero te llevaremos en nuestros corazones siempre. Este no será un adiós, sino un hasta pronto. Deseamos que puedas ser muy muy feliz donde quiera que estés.
Con amor, tu familia.